pienso en el cuerpo, en las marcas del cuerpo, en las que son visibles y las que sólo nosotros sabemos dónde se esconden.
pienso en mi cuerpo, en sus cambios, en sus heridas, en los trazos del tiempo sobre él, en las huellas que quedaron en forma de cicatrices.
pienso en noviembre de 2020; en la entrada a una emergencia. tenía tanto pero tanto dolor abdominal que no podía caminar. pienso en los estudios de rutina, en las esperas, en el andá, vení, traé, quedate acá tranquila. en la conclusión: es apendicitis. en las llamadas de aviso, la silla de ruedas, la ambulancia, el ingreso, la noche, la incomodidad, la mañana, el cirujano, el block, la anestesia, el postoperatorio, mi casa después, el dolor que aún no se iba, mis preguntas a los que se operaron recientemente: ¿cuánto tiempo les duró el dolor?, la pregunta al cirujano varios días después, su respuesta: no seas maricona.
pienso en mi regreso a la emergencia unos meses después. el dolor seguía. pienso en lo que dijo el médico que me atendió: sabés que al final no era apendicitis, ¿no? y entonces, ¿qué es este dolor? pienso en la tomografía. en el resultado: está todo bien, te doy pase para gastroenterólogo.
pienso que 2021 fue el año de los estudios, los momentos de ira y las peleas con la gastroenteróloga, las mujeres —impávidas— de atención al público, los del call center; fue el año de los mails de quejas. canalicé toda mi furia en textos que no tengo claro si alguien leyó.
¿cuál fue el resultado de los estudios?
nada menos sexy y concluyente que te digan que tenés un síndrome del intestino irritable y te den un papelito infame con todo lo que no podés comer.
¿algo más?
vení el año que viene.
un arreglate como puedas hubiese sido más honesto.
esto es muy obvio, pero lo escribo para no perderlo de vista, para no olvidarlo: el estrés repercute en nuestro cuerpo de maneras —a veces— insospechadas.
dato para nada arbitrario: a fines de 2021 cumplí 40.
tengo suerte. puedo ir tres veces por semana al gimnasio, caminar largos trayectos, subir montañas, nadar en el mar.
tengo suerte. dos de los tres estudios microscópicos que me hicieron este año salieron bien. espero el resultado del tercero. a veces me da pavor. otras apelo a un conjunto de creencias.
tengo suerte. sé que si estoy ordenada, en eje y sin comer gluten, azúcar, lácteos, ajo y cebolla me siento tan pero tan bien que temo que se rompa el hechizo.
bienvenida, bienvenido.
soy pía y esto es arbitraria.
i think about how to keep good things around.
I
para mi cumpleaños de 2022 mi pareja me regaló el libro un cuerpo al fin de la psicoanalista argentina alexandra kohan. ya escribí acá sobre mi admiración hacia ella. soy redundante, lo sé.
no recuerdo cómo llegue hasta kohan. tal vez haya sido gracias a twitter, una red social que murió y que a veces extraño; tal vez haya sido gracias a sus columnas en el diario.ar.
en 2021, en el texto notas sobre el cuerpo, kohan dejaba unas migas que conducían hasta la publicación que llegaría a las librerías —y a mis manos— un año después. un cuerpo al fin no es un libro sencillo (reitero: kohan es piscoanalista; sólo sé que hice ocho años de psicoanalisis), pero ayuda a pensar o, al menos, nos hace volver un par de veces sobre frases complejas. también nos ofrece algunos espacios de amparo, como la poesía de claudia masin que dice así:
cuidar lo que no tiene cura: el cuerpo, / aunque más no sea porque todavía contiene / ese secreto que nos decíamos, de niños, al oído, / y que ningún adulto recuerda
no es sencillo recortar a kohan, pero haré el intento.
¿Qué es un cuerpo? No hay una respuesta unívoca pero, aun así, o por eso mismo, es preciso formular la pregunta cada vez. Si la pregunta no se formula, en su lugar aparecen sentidos coagulados, estereotipos, prejuicios, patologizaciones, clasificaciones y doxas que lo amarran a un saber que se pretende absoluto. Como si el cuerpo pudiese saberse a sí mismo. Puede que la pregunta, formulada de esa manera, sea un tanto plomífera, pesada; quizás habría que reformularla. Parafraseando a Michel Foucault, no se trata de qué es un cuerpo sino de cómo funciona, de qué discursos lo atraviesan, de cómo se escurre entre las manos cada vez que se lo pretende definir. El cuerpo es y no es cada uno de esos discursos de los que está hecho y a la vez excede cualquier discurso porque es un exceso. El cuerpo incomoda, molesta, perturba, no sólo a quienes lo portamos sino a quienes pretendieron, desde siempre, pensarlo. Ha sido objeto de casi todos los discursos de la historia del pensamiento. Quizás no hayan sido sino intentos por domesticarlo, por neutralizarlo. Porque el poder de la civilización, su fin primero, como dice Lacan, ha sido siempre, y sigue siendo, la neutralización del cuerpo.
¿Escrutar un cuerpo para entenderlo, para soportarlo, para que nos sea un poco más leve? Quizás se trate de apaciguar un poco el abismo de tener un cuerpo.
II
aprendí que no está bueno hablar del cuerpo de los demás. me lo enseñó una y mil veces rafa, una de mis centenials favoritas.
dicho esto me parece esencial hablar del cuerpo, que podamos hablar de nuestros cuerpos. celebro cuando me encuentro con escritoras y actrices —mujeres de altísimo perfil— reflexionando sobre este tema.
el último libro de mariana enriquez se llama un lugar soleado para gente sombría. es un libro de cuentos. leí mucha bobada al respecto y me importa muy poco el runrún. un puñado de estos cuentos hablan de algo que enriquez ya ha puesto varias veces sobre la mesa: ya no tiene 20 años, ahora tiene 50; su cuerpo no es el mismo.
un lugar soleado para gente sombría empieza con un epígrafe de la poeta brasileña adélia prado.
hoy me dio tristeza, sufrí tres tipos de miedo, acrecentados por un hecho irreversible: ya no soy joven.
su cuento metamorfosis también tiene un epígrafe.
el cuerpo no es un castigo: el castigo es que se hable tanto de él hasta que duele tenerlo.
la frase es de la escritora y poeta argentina sonia budassi.
metamorfosis empieza así:
No te lo dicen, no avisan. Me enfurece. La piel se seca, la grasa se acumula en las caderas y las piernas y el vientre, la celulitis se acentúa de un día para el otro, ese pelo muerto que es la cana resulta imposible de domar. No les pasa a todas, por eso es peor aún; deberían advertirte de que vas a estar en la minoría deforme y acalorada y llorona. Porque yo salgo a correr y a caminar y ando por la vida a paso rápido; y en el verano de esta ciudad, que es largo e intenso, miro las piernas de las mujeres de mi edad, cuarenta y muchos, y no todas tienen grasa imantada, de ninguna manera, y no todas se ponen matronas; y está lleno de caderas estrechas y pantalones que caen sueltos y vientres más o menos planos.
el cuento completo se puede leer acá.
podría traer las decenas de entrevistas que enriquez ha dado desde que salió su libro y seguro encontraríamos reflexiones inteligentes y sabias en cada una de ellas, pero me quedo con esta de la revista ohlalá en la que justamente explica de dónde nace metamorfosis.
Sí, es un cuento sobre la menopausia y sobre una histerectomía. Porque lo que hay que pensar es que las mujeres que tenemos esa edad y tenemos ese cuerpo. Y por eso se llama “Metamorfosis”, porque es un cuerpo que está cambiando. Somos todas mujeres muy jóvenes, tenemos entre 45 y 55 años. Estamos quizá en el mejor momento productivo, estamos todas guapísimas, tenemos hijos jóvenes porque la mayoría tuvo hijos no a los veinte, sino a los treinta y pico, así que están maternando muchas de ellas. Y también maternando a sus viejos en muchos casos, entonces es una mujer que está muy activa. Y en muchos sentidos, es tu mejor momento y lo que le está pasando al cuerpo es un proceso biológico que es que el cuerpo, como no puede producir más ni reproducir más, el cuerpo dice: "Bueno, no te doy más esta hormona, ahora la piel va a estar así". Pero es muy fuerte el cambio, o sea, es de un día para el otro. Dejás de reconocerte, nada… se te muere el pelo. Yo decidí dejarme las canas porque me gusta cómo me quedan, no porque esté aceptando las canas… porque nada de eso. Entonces hay una cuestión de aceptarlo al cuerpo. Entonces vos decís, todo bien con tratar de aceptarlo al cuerpo y eso, pero permítanme decir que esta contradicción que yo siento no es una contradicción porque yo sea una persona frívola, sino porque es una contradicción. Porque veo lo que pasa en el mundo con los cuerpos de las mujeres que tienen mi edad, con las caras de las mujeres que tienen mi edad, con lo que se ponen en la cara las mujeres que tienen mi edad. Cómo se pierden a sí mismas porque no se dan cuenta y se van poniendo cosas y cosas y cosas y tienen todas esas necesidades creadas. Eso tiene que ver con que no hay un modelo de una mujer de cincuenta y pico, sesenta, en todas las edades… Incluso yo te diría que, en mujeres más grandes, hay un modelo de cómo puede ser espléndida y cool. Lo que quiero decir es que la anciana, que está con su trajecito naranja y sus pelos violetas, está bárbara, viste… pero una mujer de sesenta, ¿cómo es?
en honor a enriquez, un temita de suede.
III
hace unos meses se viralizó un fragmento del programa las pibas dicen en el que julieta ortega cuenta lo siguiente: “todas las personas que estamos muy expuestas hemos recibido comentarios muy hermosos y muy horribles sobre nuestras personas. ni siquiera el peor de esos comentarios creo que me puede llegar a mirar con la crueldad con la que yo misma me miro cuando no me veo bien”.
julieta ortega, hermosísima, valiente y frágil, exponiéndose de esa manera tan descarnada. brindo por las mujeres que se muestran de esa manera aunque después reconozcan que editan sus fotos para verse mejor.
IV
desde hace años en américa latina hay mujeres que escriben sobre el cuerpo. podría listar decenas, pero quiero hablar de dos: gabriela wiener y maría fernanda ampuero.
wiener es peruana, pero vive hace tiempo en españa con su marido, su novia y la hija que tuvo con su marido. de wiener conocemos todo porque ella expone todo. los que la leemos y seguimos somos voyeurs de su vida. su último libro huaco retrato es imponente. pueden encontrar sus crónicas del yo en vice o el país de madrid. wiener es brutal y feroz. no es para cualquiera.
hace años reflexionó sobre el vínculo que tiene con su fealdad en el podcast radio ambultante.
ampuero es ecuatoriana, también está radicada en españa. es autora de dos libros de cuentos —pelea de gallos y sacrificios humanos— y un ensayo autobiográfico llamado visceral.
desde hace un tiempo se habla del gótico andino, ampuero es una de sus más fieles exponentes. escribe cuentos de terror, pero de un terror de acá, latinoamericano. y allí también está el cuerpo, sobre todo el cuerpo de la mujer.
en entrevista con el país de españa dijo, al respecto, lo que sigue:
Después de Peleas de gallos y Sacrificios humanos, mucha gente, sobre todo periodistas varones, me preguntaban por qué escribía terror. Como si fuera algo que no podemos hacer las damitas. A fuerza de responder a esta pregunta, elaboré una teoría: las mujeres vivimos en el epicentro del terror. Y ni siquiera hablo de mujeres solteras que están intentando tener una sexualidad libre y encontrar a alguien. No. Mi mamá también vivía con terror, iba de puntillas para no mover el aire y que a mi padre no se le cruzara un cable. Vivimos inmersas en una película de terror y no lo sabemos. Entonces, yo, al menos, lo cuento. En mi caso además soy extranjera y no soy canónicamente bella. Hay más terror ahí.
en visceral, entonces, tira de ese hilo; y cuenta —entre tantas otras cosas— cómo le arruinaron una y otra vez la autoestima por no estar dentro de los cánones de belleza y por no tener el cuerpo que se esperaba que tuviera.
He estado a dieta cada año de mi vida desde los diez. Regímen, le decían. Nunca no he estado a dieta, incluso cuando los atracones, incluso cuando el descontrol, el tsunami de comida, el engullir como un pato que va a ser foie, siempre ha estado ahí la culpa, las calorías, la idea del pecado y la de el-lunes-volveré al-buen-camino-perdón-me-he-portado-mal. No ha habido un solo cumpleaños en mi vida en el que no haya pedido adelgazar mientras soplaba la vela. No hay uno solo de mis diarios en los que no aparezca la palabra dieta, la palabra flaca, la palabra prometo, la palabra guapa. Nunca he tenido un pensamiento hermoso dedicado a mi cuerpo. Ni un día de mi vida no he odiado ser lo que soy. Es como una posesión satánica de fuera hacia dentro: la bestia insulta a su huésped.
V
volvió the bear. espero que sepas de qué estoy hablando. sino lo sabés, por favor andá a disney + y buscala. si no tenés disney +, me escribís y bajo un torrent y te la mando.
va una muestra gratis ;)
decía que volvió the bear. este último punto es caprichoso. no sé si tiene algo que ver con el cuerpo. en realidad sí, tiene todo que ver con mi cuerpo porque me conmueve, me deja el corazón estrujado, conecta con algunas fibras inesperadas, me sube el ritmo cardíaco, me deja en un limbo rarísimo y, por momentos, carmen, tina, richie, sydney, sugar y todo el equipo se acoplan a mi vida cotidiana.
en casa vemos máximo dos capítulos por día o, a veces, uno solo, intentamos dosificarla para que dure un poquito más.
esta temporada —la tercera— carmen tiene una marca profunda en su mano. es una huella, una herida, un recuerdo de lo que fue.
todos tenemos nuestras marcas en el cuerpo.
hoy no hay coda. perdón por la demora, fue un fin de semana agitado.
gracias por la lectura y por acompañarme, una vez más.
si alguien te reenvío este correo y querés suscribirte, podés hacerlo acá.
siempre me podés escribir a piasupervielle@gmail.com.
nos leemos en quince días.
Qué loco. Hace meses estoy con el tema del cuerpo también por una situación personal que me hizo gatillar este mismo cuestionamiento que vos te hacés. Pasé por lo mismo, terapias, gastroenterólogos y un montón de incertidumbre. Buscando escribir algo la semana pasada, busqué referencias y ese mismo libro de Mariana y un cuadro de Francis Bacon (Tres de estudios para una crucifixión) me quedaron flotando en la cabeza. Ahora volviendo sobre eso, por pura casualidad es la primera vez que abro este newsletter y aparece esto... Mil gracias por todas las buenas referencias y por compartir los sentires, la opresión social y patriarcal (es maravilloso en esa entrevista cómo Mariana habla del cuerpo de la mujer como una máquina de producción y los comentarios filosos y certeros que siempre tira). Es imposible no sentirse interpleado al leer o escuchar.
No conocía nada de Wiener y ya tengo la sensación de que te lo voy a agradecer en silencio por mucho tiempo. Así que buena semana y seguro el próximo también lo lea 💫
Muy bueno Pia! Muchas gracias
Por cierto dejo este link
https://agendapsicoanalitica.org.uy/event/2484/