pienso en el primer viernes de agosto; pienso que agosto suele ser un mes extraño.
¿soy la única que piensa en los meses y en el peso de su ediciones anteriores?
pienso en esto porque una semana atrás, con el señor bremermann, nos fuimos a colonia. hacía mucho que no salíamos de montevideo y hacer ruta siempre nos entusiasma. esta vez se nos dio por innovar; así que salimos del casco histórico y elegimos un hotel más alejado, frente a la rambla. imaginamos una habitación cómoda y espaciosa, con balcón y vista al río. bueno, no hubo balcón ni vista ni nada.
la realidad destrozó nuestras expectativas, pero la desilusión fue útil.
quiero hacer este paréntesis: desde que leí el texto contra lo útil del dramaturgo y director argentino mariano tenconi blanco en el libro de las diatribas, detesto pensar en la utilidad de las cosas.
escribe tenconi blanco:
estamos viviendo bajo el paradigma de la utilidad. todo tiene que ser productivo. todo debe ser vendido o comprado. y es cierto que esto es más o menos así desde la revolución industrial pero, definitivamente, internet, los teléfonos móviles y las redes sociales han profundizando esta tendencia. capitalismo tardío, postcapitalismo o posfordismo son algunos de los nombres con los que han bautizado la época.
entonces, claro.
el fracaso del fin de semana idílico en un hotel agradable, con una habitación cómoda, con un desayuno rico me hizo pensar en los hoteles como tema para arbitraria. el hotel como anhelo, refugio, lugar de escape, de tránsito, de trampa; la habitación como lugar para morir o matar, como el principio o el final del amor, como territorio de batalla, como zona de resistencia y de reclamo de paz.
así —sin esfuerzo— empieza la catarata de imágenes de películas, algunas muy evidentes, otras un poco por fuera de lo obvio.
la definitiva: the shinning de stanley kubrick.
la perversa y distópica: the lobster de yorgos lanthimos.
la que seguro envejeció mal, pero igual banco: mujer bonita de a quién le importa.
la estéticamente imabtible: the budapest hotel de wes anderson.
la boluda, pero rendidora: ¿qué pasó ayer? de todd phillips.
la legendaria: psicosis de alfred hitchcock.
la de la discusión fulminante: before midnight de richard linklater.
la uruguaya: whisky de juan pablo rebella y pablo stoll. dato: hace unos días, el 6 de agosto, whisky cumplió 20 años de su estreno en salas uruguayas.
***
hay un hotel que está abrazado a mi memoria afectiva: el de la pedrera; y con él me abrazan los veranos de mi preadolescencia, las medialunas con manteca del desayuno, la piscina después de la playa, el pinball a la hora de la siesta, las linternas que nos marcaban el camino para llegar al centro de noche.
bienvenida, bienvenido.
soy pía y esto es arbitraria.
well, never mind. we are ugly but we have the music.
I
prohibido morir aquí se editó en inglaterra en 1971 y elizabeth taylor —su autora, no la actriz, la escritora— murió cuatro años más tarde. la editorial argentina la bestia equilátera lo recuperó varias décadas más tarde y, en 2017, lo tradujo al español. prohibido morir aquí es una novela sobre la vejez, la soledad, las rutinas necesarias a cierta etapa de la vida, los nuevos vínculos, los vínculos austentes y las sorpresas que aún nos aguardan. laura palfrey se quedó viuda y decide que una buena manera de combatir el aislamiento es instalarse en el hotel londinense de claremont, donde vive un grupo de hombres y mujeres que residen allí de manera permanente y otros que están de paso.
prohibido morir aquí es, primero, profundamente inglés y, segundo, encantador y exquisito. además, de yapa, empieza un domingo de invierno ;)
La señora Palfrey llegó por primera vez al hotel Claremont en la tarde de un domingo de invierno. Llovía torrencialmente sobre Londres y el taxi avanzaba chapoteando por Cromwell Road, que se hallaba casi desierta, dejando atrás un pórtico tras otro, cada uno más cavernoso que el anterior. El conductor había aminorado la velocidad y asomaba la cabeza por la ventanilla bajo el aguacero, porque no conocía el Claremont. Semejante descubrimiento, el hecho de que el hombre ignorase la existencia del hotel, había inquietado un poco a la señora Palfrey, pues tampoco ella lo conocía y empezaba a preguntarse en qué clase de establecimiento estaba a punto de hospedarse. Trató de ahuyentar el terror de su corazón. La amenaza de su propia angustia la atemorizaba. "Si no es un lugar agradable, no estoy obligada a quedarme", se dijo a sí misma, moviendo apenas los labios mientras se inclinaba hacia delante en el interior del taxi, mirando a ambos lados de la calle ancha y aterradora, casi temiendo leer "Claremont" sobre el pórtico de uno de aquellos edificios. Había muchos hoteles a lo largo de la calle, uno junto al otro, y todos parecían iguales.
II
en algún punto de 2021, mientras todavía esperábamos recuperar algunos de nuestros fragmentos de vida, apareció un deliro fascinante llamado the white lotus.
primero fueron seis episodios en un hotel en maui, hawaii. después siete en un hotel en taormina, italia. la tercera temporada, que se estrena recién en 2025, se trasladó a tailandia.
por ahora sabemos eso y que entre los nuevos huéspedes están, por ejemplo, michelle monaghan, leslie bibb y patrick schwarzenegger; natasha rothwell, responsable del spa del hotel de maui que regresa.
si aún no la viste, por favor hacelo. si la viste, seguro estás como yo: expectante.
the white lotus tuvo una destacadísima primera temporada y una segunda temporada todavía mejor. la premisa es siempre la misma: un grupo de estadounidenses con muchísimo dinero y demasiadas pretensiones se van de vacaciones a un hotel lujoso, opulento y con vista al paraíso.
está en max.
III
de las cientos de canciones sobre hoteles me quedo con tres.
la primera ya la viste y seguro la conocés, pero vuelvo a ella para recomendarte este texto de la escritora mexicana isabela zapata.
Fue escuchando “Chelsea Hotel #2” que entendí que una canción y un poema son el mismo bicho y que, dado que las canciones me gustaban desde siempre, la poesía debía gustarme también; es más: en ese preciso instante decidí que me gustaba muchísimo, era de hecho lo que más me gustaba en el mundo. Esas tardes de mediados de los noventa supe por primera vez lo que algunos poemas vinieron a confirmar luego: que el amor te destruye, sí, pero suavecito, con aquel rumor manso que salía del estéreo.
hotel song forma parte de begin to hope de la británica regina spektor (¡qué voz!). este disco es de 2006 y me lleva directamente a mis veintis.
lovesick in a hotel wildfire la podés encontrar en el disco chambers girls y es una creación del músico norteamericano korey dane. hoy ya es tarde, pero te la recomiendo para mañana lunes cuando necesités un poco más de energia y entusiasmo.
IV
entre 2023 y lo que va del 2024 mi amiga marce baruch estuvo poco en su casa. me resulta imposible seguirle el cronograma de viajes. ahora, por ejemplo, está en córdoba; antes, en manaus; más atrás en distintas playas de méxico; en mayo estuvo en los andes peruanos, en el centro de investigación de virgilio martínez y pía león (dos de los nombres más relevantes e influyentes de la cocina latinoamericana); en abril, en cocinas sin fronteras en salta y también en festival gastronómico ñam en santiago. me pierdo en sus posteos de instagram (en esta época en la que todo tiene la misma pátina y nada me resulta muy genuino, tengo que decir que el caos de sus publicaciones tiene mucha frescura y siempre viene con mucha información) le pregunto cuántas veces viajó este año. me contesta así: “uhhhh. mínimo 11. más unas cinco a buenos aires”.
marce es periodista gastronómica desde hace casi dos décadas, escribió varios libros de cocina, es vicepresidenta para latinoamérica de the world's 50 best y cada uno de sus viajes tienen a la comida y los alimentos en el centro. le pregunto por los tres hoteles a los que querría volver y por la importancia de volver a su casa en montevideo.
Un buen hotel es aquel que te hace sentir esperado; y en eso no tiene nada que ver la cantidad de hilos de algodón de las sábanas o el tamaño del pillow top del colchón. Se trata de la virtud de entender el verdadero sentido de la hospitalidad, de acoger. Mi trabajo me ha dado el gran privilegio de probar algunos de los mejores hoteles del mundo. Confieso que, aunque no se refleje en este top tres, lo que más disfruto es amanecer rodeada de verde, en el mar o la montaña. Quizás la sensación que más añoro —cuando estoy lejos de casa— es la de contemplar el atardecer del invierno en la Laguna de José Ignacio desde el deck de Casa Lago, uno de esos lugares a los que volvería siempre.
Four Seasons Buenos Aires. Esta cadena es sinónimo de servicio personalizado, cuidado y delicado. Te saludan por tu nombre y apellido, estudian tus gustos y preferencias. Hay pocos equipos como el de Juan Gaffuri en alimentos y bebidas. El Four Season de Buenos Aires tiene el mejor desayuno en el Río de la Plata. Dato: no hace falta ser huésped para disfrutarlo.
Cartagena de Indias en Colombia es una de esas ciudades a las que siempre quiero volver. Hay casas como las de que regentea Galavanta en varios escalones de confort y precio. Para mí el mimo máximo es Casa San Agustín, una casa colonial en medio del centro histórico, con una de las mejores piscinas dentro de una estructura antigua. Las habitaciones tienen todo lo necesario: espacio, elegancia y historia.
Amanecer un día con la vista del Taj Mahal a lo lejos debe ser de las experiencias más exóticas de mi vida. Lo distruté en el hotel de la cadena Oberoi en la ciudad de Agra en India. La casa es un palacete majestuoso y las habitaciones miran a un gran parque con la inclinación y la perspectiva justa para apreciar la ciudad.
Viajo, pero siempre vuelvo a Montevideo.
Me gusta repetir que mis cosas están en Montevideo, pero mi casa es conmigo, con este cuerpo que habito todos los días.
Como periodista de gastronomía, sommelière y organizadora de viajes culinarios, vivo desde hace ya muchos años en un universo ajeno, el de proponer planes para mis lectores y clientes, cercanos al lujo y el estilo de vida, con y sin mí. Este es un mundo de sobre estímulos, de hoteles cinco estrellas y restaurantes que lideran el ranking de The World’s 50 Best Restaurants y que ostentan varias estrellas Michelin. Sin embargo, cada semana, vuelo a casa para recordarme cuál es en realidad mi propósito en la vida. Vivo en una ciudad pequeña, que mira al río, que me permite la rutina de caminar diez kilómetros al día; tengo la sensación y la certeza de que en Uruguay tenemos un tiempo exótico, fuera de lo común para cuidarnos, para charlar, para vernos, y por este encuentro siempre vuelvo.
V
quiero mezclar en este último capítulo a patti smith y sofia coppola, dos chicas de nueva york (aunque sé que la primera nació en chicago es imposible que no sea una imagen de la vida neoyorkina de la segunda mitad del siglo xx).
si querés entender algo más del chelsea hotel y conocer cómo era eso de que los artistas se instalaban allí, la respuesta es, para mí, una sola: éramos unos niños, las memorias de patti y su vínculo imposible de encasillar con el fotógrafo robert mapplethorpe. ya que mencioné a patti te dejo dos dos recomendaciones: su newsletter y la conversación que tuvo con julia louis-dreyfus en el podcast wiser than me.
los hoteles en la filmografía de sofia coppola son un asunto. perdidos en tokio —sin duda su película— es una historia de dos almas solitarias que se encuentran en el park hyatt de tokio. somewhere esta inspiradísima en la niñez de coppola; además de retratar el vínculo entre un actor de hollywood y su hija pequeña, es un buen vistazo al chateau marmont de los ángeles, algo así como el hermano siamés del chelsea hotel de nueva york. on the rocks no tiene a un hotel como protagonista, pero sí hay una escena en la que padre e hija (una vez más ese vínuclo) se encuentran en the carlyle, la quintaescencia del lujo neoyorkino. los coppola se han dedicado al negocio de la hospitalidad y tienen una serie de resorts sumamente exclusivos en varios puntos del planeta. si aún no decidiste dónde pasar tus próximas vacaciones, te dejo acá la cuenta de instagram de los coppola hideaways para que chusmees.
sé que es obscenamente tarde, perdón por eso. ya te dije: agosto es un mes raro.
gracias por la lectura y por acompañarme, una vez más.
si alguien te reenvío este correo y querés suscribirte, podés hacerlo acá.
siempre me podés escribir a piasupervielle@gmail.com.
nos leemos en quince días.
coda
viene mariana enriquez (¡al fin!). por suerte tengo lectoras que me tiran las primicias así que no me agarró de sorpresa. hay semana dedicada a ella en setiembre (busquen en el IG de cinemateca) y después, el 4 de noviembre, se estrena su obra no traigan flores en el galpón. acá los datos.
antes, este martes a las 19 en la sala de agadu, el instituto nacional de letras hace su segunda edición de las letras y las canciones. sebastián teysera y flor sakeo hablan de procesos creativos y recorridos musicales. los acompaña nacho algorta. la entrada es gratis.
del 16 al 24 hay nueva edición del fidae. llegan a uruguay obras de argentina, portugal, españa y se reponen piezas nacionales. yo ya saqué mi entrada para quiero decir te amo.
me encantó este post! convertiste una mala experiencia en un gran relato.
Pensando en hoteles tristes me acordé de la pelicula argentina Ostende, y de la canción del indio y del hotel que en realidad es encantador y recomiendo. Abrazo y gracias!